6ª Compañía de lanceros, los Cráneos Escarlatas de Hanco Propst
Hace años, la 6ª compañía de lanceros del 3º batallón era conocida en todo Berdenburgo como un grupo de alborotadores, poco disciplinados, que visitaban más las tabernas que los cuarteles, siempre con su oficial, Hanco Propst, a la cabeza. Todo esto cambió una noche...
Durante una expedición al sur del Imperio, para apoyar al Conde de Stirland, se vieron sorprendidos por un numeroso ejército de no muertos, levantado por un oscuro nigromante. Después del embate inicial, en el que se vieron abrumados por la superioridad esquelética, se produjo una desbandada entre las tropas imperiales.
El 6ª compañía huyó como el resto, con la mala suerte, que fueron los elegidos para ser perseguidos por las fuerzas oscuras. Huyeron hasta un jardín de Morr. Rodeados de tropas no muertas, se guarecieron entre las rejas, lápidas y mausoleos, preparándose para lo que sabían sería una muerte segura.
Dispuestos los lanceros en el perímetro, silenciosos, a las órdenes de Hanco, vieron cómo se aproximaban los esqueletos reanimados por la ponzoñosa magia del nigromante.
Aguantaron estoicamente los ataques de los cuerpos reanimados, pero daba igual cuantos tumbaran, las artes oscuras los volvía a alzar.
Hanco, desesperado, mientras repelía otro de esos esqueletos, alzó una plegaría al dios Morr. Rezaba para que, cuando fueran superados sus hombres, no permitiera que el nigromante les obligara a volver. Rezaba para que Morr cuidara de sus almas. Aún nadie sabe exactamente que pasó a continuación. Los pocos testigos que quieren hablar cuentan que una repentina y densa niebla empezó a brotar desde el jardín, extendiéndose como un manto por todo el terreno. Cuando esta niebla alcanzó al oscuro nigromante, dicen que apareció una silueta alta y erguida, envuelta en una túnica y capucha negras. Empuñando una guadaña, se abalanzó sobre el nigromante, para que acto seguido, todos los cuerpos reanimados se desplomaran, formando montones de huesos.
Cuando se disipó la niebla, en el momento del amanecer de un sol rojo, los hombres supervivientes comprobaron cómo estaba el cuerpo del nigromante en lo alto de la loma desde donde mandaba sus tropas, con la garganta cercenada de un solo corte limpio y profundo, sin que hubiera huella alguna alrededor del cadáver.
Hanco y sus hombres cambiaron radicalmente de actitud. Tomaron como patrón al dios Morr, considerándole como su salvador aquella noche.
Cambiaron sus uniformes, llevando desde entonces ropajes completamente negros. Y como icono una calavera en sus escudos, roja como el sol de su nuevo amanecer.
Desde entonces el 6ª compañía de lanceros se les conoce en la ciudad por su actitud adusta y distante, siendo hombres de pocas palabras, que entran al combate en un silencio sepulcral, que recuerda al que existe en un jardín de Morr una noche, por ejemplo, en Stirland.
No hay comentarios:
Publicar un comentario